XXXII Congreso (I sesión) del PR
Roma, 26, 27 y 28 de octubre, 1 y 2 de noviembre de 1986

Al confirmar los contenidos de la resolución "Pannella" aprobada por el Congreso anterior (31§) que invitaba a los órganos del Partido a disponer la suspensión de las actividades, la moción del XXXII Congreso debe considerar importantes elementos de novedad: crecimiento en el país de la conciencia sobre la degradación de las instituciones; crecimiento del consentimiento, expresado con la inscripción, con la denuncia solidaria del PR, entre los que se hallan numerosos exponentes del mundo de la cultura y de otras fuerzas políticas.

La moción compromete al Partido para que prosiga con el objetivo de alcanzar 10.000 inscritos antes de que finalice el presente año y de cinco mil inscritos antes del 31 de enero, considerando éste el umbral mínimo, en término de recursos, para afrontar los obstáculos políticos denunciados. En caso de que no se cumpliese el objetivo, compromete a los órganos a que procedan para que cesen las actividades.

El XXXII Congreso se volvería a convocar para celebrar su segunda sesión en febrero de 1987.

MOCION GENERAL

El XXXII Congreso del Partido radical, treinta años después de su nacimiento, tras treinta años de lucha política, civil, democrática y mo violenta que ha proporcionado una considerable aportación a la sociedad, al país y a su derecho positivo;

toma nota de que el análisis y los juicios contenidos en la resolución aprobada por el XXXI Congreso son y seguirán siendo plenamente válidos;

constata que el partido de los derechos humanos y civiles, del internacionalismo y de la afirmación de conciencia, del federalismo europeo y de la lucha contra el exterminio causado por el hambre, de la democracia y de la no violencia, del derecho y de la "justicia justa", de la batalla ecologista se ha visto obligado a no poder proponerse o proponer nuevos objetivos políticos a no ser que se entregue con conocimiento de causa a una derrota segura, a hacer que sus valores e ideales parezcan minoritarios y marginales y legitimar - participando en él - el juego antidemocrático y sus resultados.

El Congreso declara que se han producido nuevos e importantes hechos a lo largo de 1986, gracias al compromiso y la labor del Partido radical, gracias a la nítida y acogedora elección no violenta del presidente Enzo Tortora, pero también gracias a la conciencia de la gravedad de la degradación del derecho que se ha manifestado a veces en el seno de las instituciones y de forma significativa a través de palabras y actos formales del jefe del Estado, gracias a los referéndums y a las distintas tendencias políticas que los han hecho posibles, gracias al nuevo diálogo que se ha abierto con los partidos socialistas y laicos, y con todos aquellos, militantes en otros partidos y asociaciones, que no se resignan a que la política se reduzca a pura lucha de poder que no vaya más allá de sí misma.

Pero ninguno de estos hechos posée la fuerza de cambiar las condiciones de no democracia y de desconcierto de las instituciones y de las garantías constitucionales. Cualquiera - incluso en la cumbre de la República - en el seno de las instituciones o de los partidos que se mueva en esta dirección, corre el riesgo de quedarse aislado o de no ser más que un testimonio impotente, de la misma manera que los radicales, gracias a los mecanismos de la partidocracia.

Con el Congreso y en el Congreso se han inscrito al Partido más de 5.000 ciudadanos de los cuales más de 2.000 en el mes de octubre: un evento extraordinario sin precedentes en la historia del Partido radical. Ello ha sido posible, contra la ausencia del servicio público Rai-TV, gracias a algunos espacios informativos de relieve por vez primera asegurados por titulares de periódicos y de la televisión a través de los cuales una parte de la opinión pública ha podido conocer la dramática condición en la que el Partido radical se ve obligado a realizar su lucha política.

Los miles de inscritos nuevos, entre los que figuran tantos carnets dobles socialistas, liberales y de otros partidos, con prestigiosos nombres del mundo de la cultura, del espectáculo, del derecho, y los muchos que del dolor de las cárceles han encontrado en las batallas radicales nuevas razones de diálogo y de esperanza, han mutado ya hoy, en crecimiento y en fuerza, este Partido radical, y representan tal vez la anticipación y el anuncio de ese gran partido de la democracia que podría cobrar cuerpo en dimensiones y calidad extraordinarias y desconcertantes, si sólo se respetasen y fuesen practicables el derecho a la información y la confrontación de las ideas y de las propuestas políticas.

El Congreso decide prolongar el mandato de los órganos del Partido para que sigan intensificando la campaña de inscripción para 1986 hasta el 31 de diciembre, con objeto de alcanzar y superar los diez mil inscritos, considerando éste el umbral mínimo indispensable para confiar en poder afrontar las dificultades y los obstáculos de lo contrario infranqueables.

Dicho objetivo debe ser perseguido con una movilización extraordinaria dirigida a conseguir en primer lugar una "reparación" de las censuras, de las distorsiones y de los silencios acumulados a lo largo de estos años, y a empezar a ganar de nuevo esas mínimas reglas del juego necesarias para el desarrollo del proceso democrático (según la Constitución).

El Congreso invita a los órganos del Partido a definir inmediatamente un proyecto de iniciativa y de lucha que pueda permitir el diálogo con las instituciones y con las demás fuerzas políticas sobre los distintos puntos de la Resolución, para eliminar al menos algunas de las más graves obstrucciones a la posibilidad misma de practicar toda iniciativa democrática. En este contexto - de diálogo democrático y de lucha no violenta - el Partido deberá recoger y profundizar las importantes señales de atención y de disponibilidad que han sido expresados en el Congreso en particular por el Psi (Partido Socialista Italiano), Pli (Partido Liberal Italiano) y Psdi (Partido Socialdemocrático Italiano).

Si antes del 1986 no se ha conseguido tal objetivo, el Congreso delibera que se procda al cese de las actividades del Partido radical, cuya responsabilidad hasta su disolución definitiva está en manos del comité formado por todos los ex secretarios, ex tesoreros, ex presidentes del Consejo federativo así como aquellos que están desempeñando su cargo y también los parlametarios elegidos en las listas radicales e inscritos al Partido radical en el momento de la apertura del Congreso.

La voluntad de reforzar el Partido radical no puede ser un hecho efímero ni aislado del 1986, sino que debe ser inmediatamente confirmado y consolidado para el 1987, en un año decisivo para asegurar la fuerza organizativa necesaria para la iniciativa radical.

Por ello, antes del 31 de enero, se deberán obtener por lo menos cinco mil inscritos para el 1987.

Si tal objetivo se alcanza, los órganos del Partido radical deberán volver a convocar el Congreso antes del mes de febrero de 1987.

En caso contrario se procederá a la interrupción de las actividades del Partido con las modalidades anteriormente mencionadas.

No sólo la consolidación y el crecimiento sino una auténtica explosión de las fuerzas del partido de la democracia y del derecho son indispensables para hacer frente a la degradación del Estado de derecho, la ausencia y el desconcierto de las reglas de la confrontación política.

Sólo con tal fuerza los ciudadanos pueden volver a tener motivos de esperanza para el futuro de la República.