DERRIBAR EL REGIMEN DE
BELGRADO: Hace diez años en Kosovo Ploje, en el "campo de los mirlos", el presidente Milosevic lanzaba al mundo su proclama de intolerancia y de odio, sus promesas de guerra, de muerte y de destrucción. Desde entonces, la ex Yugoslavia, sojuzgada por su puño de hierro y su política de destrucción y limpieza étnica, se ha hundido en los abismos de una barbarie que ahora el mundo entero conoce. De Vukovar a Dubrobnik, de los campos de condentración de Prijedor y Omarska a Srebrenica, su política de limpieza étnica ha sido aplicada en todas partes, con las armas y la violencia más fiera Durante estos diez años, el Kosovo tampoco fue pasado por alto. Una represión tan sistem tica como poco ruidosa impuesta por el régimen de Belgrado ha privado de todo derecho a los dos millones de albaneses que han seguido queriendo -a pesar de todo- vivir en su país. Hoy en el Kosovo, como ayer en Croacia o en Bosnia, el presidente Milosevic vuelve a lanzar su política de intolerancia y odio, de guerra y de sangre. Es preciso derribar al régimen nazionalcomunista de Belgrado. Hay que parar la agresión del régimen de Belgrado en Kosovo. Hay que devolver a los serbios la posibilidad dereconstruir la democracia el estado de derecho en su propio país. Para ello hay que detener al presidente Milosevic. Es menester neutralizarlo, definitivamente. Hay que procesar por genocidio y crímenes contra la humanidad al que ha sido durante todos estos años interminables el director de orquesta y el mandante de la tragedia de los Balcanes. Y hay que hacerlo pronto. Se juega aquí toda posibilidad de libertad y de democracia futura para el Kosovo y para Yugoslavia, para los kosovares no menos que para los serbios. Va en ello el derecho y la justicia para la comunidad internacional entera.
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